El turismo de lujo no ha sufrido esta gran crisis sanitaria que ha afectado al resto de sectores, ni en los meses más duros de la pandemia. Se trata de un turismo sostenible (o eso dicen) y fuerte que marcará tendencia. Pero, ¿exactamente en qué consiste?. ¿Es compatible con el término sostenibilidad?.
No existe una definición clara de este tipo de turismo, ya que realmente no es una tipología. Se trata de un segmento de la población que viaja con determinadas características. El turismo de lujo hace referencia a aquel de muy alto nivel adquisitivo, que demanda servicios lujosos o exclusivos, así como experiencias únicas y personalizadas. Se trata de aquello que no está al alcance del viajero tradicional o con un poder adquisitivo medio/bajo.
Existen hoteles de cinco estrellas, lodges exclusivos (complejos asociados a la desconexión de lo cotidiano y al contacto con la naturaleza), guías privados durante todo el viaje, agencias de viajes especializadas en el lujo y un largo etcétera con el objetivo de proporcionar servicios de primera. Por ejemplo, una noche en el hotel Burj Al Arab Jumeirah en Dubái tiene un coste de alrededor de 2.000 €, e incluso ofrece la posibilidad del traslado en helicóptero.

Esta rama centrada en el lujo ha mejorado competitivamente y se considera una de las más resilientes del sector turístico. Es fácilmente explicable que no haya sido afectada por la pandemia u otros acontecimientos históricos. Su misma naturaleza de dinero y exclusividad la hacen impermeable a multitud de condiciones sociales, económicas y simplemente, humanas.
Este segmento se caracteriza por ser el que más ingresos genera, siendo a su vez uno de los que menos personas moviliza. Por este motivo, el lujo no conoce términos normalmente asociados a otros tipos de viajes como la masificación.
Según datos de clientes de Virtuoso, uno de los consorcios más importantes en el segmento de agencias de viajes de alta gama y proveedores del turismo de lujo, los viajeros gastan de media unos 20.000$ por hogar y viaje.
Multitud de empresas desarrollan marcas relacionadas con el lujo para diferenciarse, como MSC Cruceros con Explora Journeyes. También acuerdan alianzas entre varias compañías para promocionar viajes más costosos, como los de alta montaña.
Además, dentro del turismo de lujo se diferencia el de “ultra lujo” como sería el caso de los clientes a los que está enfocado un hotel de 7 estrellas en Costa Rica, construido por el grupo ICD (Corporación de Inversiones de Dubái), o las expediciones de la Antártica realizadas por Antarctic21.
Concretamente en España, las Islas Baleares son señaladas como uno de los destinos en alza en este segmento. Por ejemplo Essentiallty Mallorca es un grupo de empresas turísticas que tiene como objetivo posicionar a la isla como un destino de lujo. Entre los bienes y servicios que se promocionan hay restaurantes con estrella Michelin, jets privados, transfers de lujo, campos de golf o productos artesanos.
En una entrevista a su presidente, destaca que las ocupaciones con este público objetivo, en Mallorca, «han estado por encima del 90% en 2021, siendo mejor que la de 2019 y que los jets privados crecieron un 50% de mayo a agosto«. Además, afirmaba que «es un turismo sostenible ya que respeta al medio ambiente, es discreto y seguro«. También presenta un mayor efecto en el empleo y una rentabilidad económica elevada.

Por su parte, Madrid también está enfocando su oferta de servicios a un turismo exclusivo y de lujo. En los últimos años ha habido diferentes inauguraciones de hoteles de cinco estrellas. Su última apuesta es el hotel Santo Mauro, cuyo precio medio alcanza los 1.000€ por noche.
Sin embargo, en la pasada cumbre de Glasgow, se ponía el enfoque en la relación entre el lujo y la contaminación. Mientras que unos describían una dirección directa, algunos de los miembros presentes defendían que ser conscientes social o medioambientalmente no tenía que ver con el lujo.
Desde Turiscience no compartimos esta última visión ya que un cliente con alto poder adquisitivo puede tener un avión privado o alquilarlo, y es innegable que se trata de uno de los medios de transportes más contaminantes, por lo que lo consideramos contrario a un turismo sostenible.
Por otro lado encontramos el otro gran medio de transporte por excelencia, el yate. El alquiler de yates privados o tenerlos en propiedad en Baleares o la Costa del Sol, en España, la costa italiana, griega o croata son otro servicio recurrente en Europa para este tipo de segmento.
En los medios se hace hincapié en la tendencia de un aumento de los viajes de lujo. Hay que tener en cuenta que suponen estancias en espacios más remotos y exclusivos para una minoría. Esto, sumado a todos los servicios de atención al cliente, implica un movimiento contaminante por encima de la media.
El viaje es una actividad de ocio muy implementada en la sociedad adinerada europea y norteamerciana, al alcance de una amplia mayoría. Por ello, nos hemos acostumbrado a querer viajar más frecuentemente y con mejores servicios. Esto son muy buenas noticias, aunque insistimos en que no se nos puede olvidar que nuestra acciones tienen repercusión en nuestro planeta, ese que tanto queremos conocer. 🌍💚